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‘Monstruos: la historia de Lyle y Erik Menéndez’ baja el nivel respecto a «Dahmer»

Monster: The Jeffrey Dahmer Story‘ aterrorizó/conquistó a medio mundo hace un par de años. Y, aunque personalmente encuentro que le faltó algo, sí que contenía un par de episodios estupendos (el primero y el sexto), momentos sobresalientes, llegaba a poner los vellos de punta, y contaba con una excelente interpretación de Evan Peters, elevándose, así, por encima de otras películas sobre el asesino en serie. Ryan Murphy no tiene un pelo de tonto, y vio que había filón para iniciar otra de sus sagas.

Pero, si tienes tantas franquicias, debes intentar diferenciarlas. Y ese es el principal problema de este ‘La historia de Lyle y Erik Menéndez’: no se sabe muy bien qué es. Le falta oscuridad para lo que en teoría iba a tener ‘Monstruos’ (desde luego no llega ni a la mitad de la de ‘Dahmer’), pareciéndose más a otra de sus franquicias, ‘American Crime Story’.

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Ryan Murphy y Ian Brennan repiten como showrunners, y la dirección vuelven a dejársela a sus colaboradores: con la excepción de un episodio dirigido por Brennan, el resto se lo reparten entre Carl Franklin, Paris Barclay, Michael Uppendahl y Max Wrinkler. Aquí se toma el caso de los hermanos Menéndez, que asesinaron brutalmente a sus padres, argumentando luego en el juicio que fue debido a abusos sexuales a los que les sometían (principalmente el padre) desde pequeños. Como hay dudas sobre si esa es la verdad, o si eran dos psicópatas que les mataron para quedarse con el dinero (así habló el jurado que les condenó), se apuesta aquí por un enfoque de narrador-no fiable-pero-sí que resulta bastante caótico.

Si en ‘Dahmer’ nos maravilló Evan Peters, aquí lo mejor es Javier Bardem, que se las apaña para sacar adelante un personaje que en realidad está bastante desdibujado. Tanto él como Chloë Sevigny hacen lo que pueden interpretando a los padres con ese guión como material de partida, y los hasta ahora desconocidos Cooper Koch y Nicholas Alexander Chavez están haciéndose un hueco (especialmente Koch) gracias a su rol de hermanos. Un rol con un tono sexual bastante incómodo si tenemos en cuenta que hablamos de una historia real en la que, o bien se trata de víctimas de abuso sexual infantil, o bien de psicópatas que tirotearon a sus padres. Ninguno de los dos casos es el último petardeo que se le ha ocurrido para ‘American Horror Story’ precisamente.

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En cualquier caso, funcionan mejor los secundarios: Ari Graynor (‘Los Soprano’, ‘Fringe’) y el siempre estupendo Nathan Lane (¡esa escena con el criado!). Solo en un episodio (el quinto) la serie parece tomarse más en serio a sí misma y a sus personajes, aunque en los siguientes tira un poco por tierra lo conseguido, como comentan en Variety. Por lo general hay un tono a medio camino entre el punto más sobrio de ‘American Crime Story’ y lo camp de ‘American Horror Story’, sin ser muy seria, ni muy oscura ni muy pop (pese a las menciones a Milli Vanilli o Menudo). Supongo que es normal cuando tienes ochocientas franquicias funcionando a la vez. De hecho, puede que con ‘Grotesquerie’ se plantee el mismo problema: ¿qué tendrá esa serie para diferenciarse de ‘American Horror Story’? ¿O será otra huida hacia adelante de Ryan Murphy? Pronto lo sabremos.

Ganges / SORA

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