Esa es la papeleta que desafortunadamente corre por las venas de ‘Fungirl’ a través de una joven que no termina de encontrar trabajo para ganarse la vida, aunque finalmente lo halla en una funeraria, y trae por la calle de la amargura a su compañera de piso. Aunque pueda parecer que hablemos de una de esas amistades destructivas que siembran el caos, hacen que todo acabe del revés y que encima les dé igual, ‘Fungirl’ es mucho más.
Las ganas de salir a flote, a pesar de que no te quieras acercar nunca a nadie semejante, logran que le cojas cariño y acabes amándola desde las primeras viñetas. Gran parte de esa conquista viene por el colorido de la rotulación. Los colores son ni más ni menos que los que aparecen en la portada. La sencillez de las expresiones hacen el resto, transmitiendo mucho con poco. Esta carta de amor al amigo desquiciado de la alemana Elizabeth Pich, que empezó haciendo web-comics en War and Peas, es apta para los adictos al humor negro y al desorden punk. 8.
A lo largo y ancho de sus viñetas, encontramos temas recurrentes acostumbrados en Max como la muerte, la interpretación de los sueños o las diferentes versiones de uno mismo como camino hacia la reflexión. En lo gráfico, en paralelo a la historia, prevalece el negro como estandarte de la oscuridad. En su contra, la utilización de distintos estilos en los dibujos, que aunque sea acorde a la trama, provoca cierta confusión. Pero se olvida gracias a una narrativa apabullante, y a un ritmo de las escenas que deja con ganas de más. 8.
Aunque ninguna de las historias guarda ninguna relación entre sí, sí comparten una mirada irreverente y perturbadora de la condición humana. Kago alcanza cotas de ansiedad, jugando a no tener límites, y contagiando al lector de sus intenciones con bastante facilidad. No corre a su favor mostrar cómo lo cotidiano se torna en una pesadilla que no todos los públicos podrán soportar… ni cómo cuestiona nuestra cordura. 7,8.