Música

‘Pornography’ fue la misión (casi) suicida de The Cure

“En comparación, Ian Curtis es el tío más gracioso del lugar”. “Esto es el equivalente auditivo a un dolor de muelas”. “Es el sonido de una banda destrozándose a sí misma y llevándose a todo el mundo consigo”. Las críticas de ‘Pornography’ en su momento (éstas son de Rip It Up, Rolling Stone y Alternative Press) no fueron especialmente buenas. Eran las únicas canciones de sus conciertos donde la gente se piraba o incluso les tiraba cosas, según contaría luego Robert Smith, explicando que la época de creación del disco fue una de las peores (si no la peor) de su carrera… y, sin embargo, considera que hacer el disco fue “el punto clave de mi vida”. Cuenta: “Había perdido a todos mis amigos, sin excepción, era una persona monstruosa y egoísta. Y en ese momento tenía dos opciones: rendirme definitivamente y acabar con todo, o hacer un disco sobre lo que tenía dentro e intentar sacarlo de mí. Canalicé todos los elementos autodestructivos de mi personalidad en la creación de algo, y descubrí que se podía crear algo incluso a partir de la nada, del pozo. En ese momento habría sido muy fácil hacerme un ovillo y desaparecer”. Afortunadamente, no lo hizo. Y, afortunadamente, la crítica acabó cambiando de opinión sobre ‘Pornography‘, ahora mismo un disco de culto, uno de los favoritos de los fans, y del propio Smith. Tiempo después, Lol Torhurst lo consideraría incluso “lo mejor que hemos hecho”.

Su cuarto disco (en cierto modo tercero, si tenemos en cuenta que apenas tuvieron control creativo en su debut) es también el primero de una trilogía no consecutiva a la que Smith daría forma después: junto a ‘Disintegration‘ (1989) y a ‘Bloodflowers’ (2000), formaría los directos de ‘The Trilogy Concerts’ en Berlín. Los tres tienen un contenido especialmente oscuro, pero sin duda es ‘Pornography’ el que se lleva la palma. Y no, no habla de porno. “Al igual que ‘Killing an Arab’ no era una canción racista”, ironizaba Smith, “’Pornography’ habla más bien de la obscenidad de la violencia, de la explotación y de los abusos de poder”.

Está claro que estamos ante un disco denso, y no solo porque únicamente haya dos canciones por debajo de los cuatro minutos y medio (excediendo tres de ellas los seis minutos). Su sello estaba bastante preocupado por el desempeño comercial que podría tener este trabajo, entre ese título y la falta de singles obvios, así que presionaron para darle una mínima pátina de single a ‘The Hanging Garden’, quizás la más accesible. Pero las preocupaciones demostraron no ser necesarias, alcanzando los de Crowley por primera vez el top 10 de las islas. Es curioso que el productor elegido para este disco, Phil Tornalley (que luego sería su bajista durante un tiempo), fuese artífice de otro éxito más adelante: escribió ‘Torn’ junto a Nathalie Imbruglia.

Tornalley y la banda estuvieron mano a mano en la creación de la atmósfera de este disco, que NME calificó como “Phil Spector pero en el Infierno”. Distorsión, psicodelia, synthpop, guitarras siniestras, una percusión que parecía perseguirte, y un tinte no ya oscuro sino asfixiante desde la primera canción, la excelente ‘One Hundred Years’. No se puede decir que oculte sus intenciones un disco que comienza diciendo “it doesn’t matter if we all die”. La cara A se completa con la psicodelia de ‘A Short Term Effect’, el mencionado single ‘The Hanging Garden’ y otra maravilla, ‘Siamese Twins’. Ésta podría ser -no pun intended- la gemela malvada de la posterior ‘Pictures of You’: con un comienzo similar, rápidamente nos vamos a la decadencia que domina el disco, con el ritmo y los golpes de la batería recordándonos a los de un ritual.

Es increíble que Robert Smith no fuese el vocalista original de The Cure, no ya por sus looks, no ya porque acabase siendo el único miembro de la formación original, sino por su tan característica y tan imitada manera de interpretar, que aquí es clave para que todo sea aún más asfixiante. Su voz es una guía, pero una guía por pasajes que funcionan como la bajada al Infierno de ‘Apocalypse Now’. La cara B, de hecho, comienza directamente con un monstruo: ‘The Figurehead’ toma su inspiración de una calavera que se llevaron del manicomio abandonado en el que habían rodado un videoclip (esta frase podría formar parte del ‘Celebrities‘ de su vocalista, pero es real). Las repeticiones de “you mean nothing” o “I will never be clean again” suenan aún más desesperadas en la voz de Smith.

El británico citó como influencias Siouxsie and the Banshees, el debut de Psychedelic Furs, ‘El paraíso perdido’ de Milton y libros de psicoanálisis (?), pero la mayor influencia parecía ser la rabia y la depresión que le rodeaba. “Las letras van desde observaciones extremadamente personales sobre amigos y gente de mi entorno, a rants generales sobre la futilidad de todos y de todo, pasando por los horrores que había dentro de mí… es difícil explicar esas canciones, hay varias capas de ideas que lógicamente no tenían conexión entre sí”, comentaría luego en un fanzine. En ‘Cold’ hay versos como “a shallow grave, a monument to the ruined age / ice in my eyes and eyes like ice don’t move / screaming at the moon, another past time”.

Y luego está el corte titular, una de sus canciones menos accesibles. “A hand in my mouth, a life spills into the flowers / we all look so perfect as we fall down (…) one more day like today and I’ll kill you / a desire for flesh and real blood” es una de las perlitas de un tema que mezcla unos diálogos de la película de Fritz Lang ‘You Only Live Once’ con promos de la BBC reproducidas al revés, con los propios instrumentos de la banda y la voz de su cantante distorsionadas.

Por momentos, ‘Pornography’ parece directamente una alucinación. Sin embargo, la única luz del disco parece estar al final de este corte y, por tanto, al final en sí. Robert Smith parece salir mínimamente a flote para decir que debe “luchar contra esta enfermedad” y “encontrar una cura”. La mención velada al nombre del grupo puede hacer referencia también a lo que supuso el propio disco, ya que, como él decía en las declaraciones que recogíamos al principio, quizás el líder de The Cure no seguiría aquí si no hubiese vomitado todo esto. Quizás a veces necesitemos vomitar para poder seguir adelante. Aunque nadie lo entienda.

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Publicado por
Pablo Tocino
Tags: the cure