El Royal Albert Hall tiene un significado especial para los británicos. Puedes ser el artista de moda y sonar en las radios y en las playlists, pero pasar por este teatro es cosa seria. La gente suele acudir vestida de calle, pero las costuras del artista quedan expuestas. Inaugurado hace más de 150 años, ha visto pasar conciertos conjuntos de los Beatles y los Rolling, una de las últimas actuaciones en vivo de David Bowie –junto a David Gilmour– en 2006, unos 200 shows de Eric Clapton, la última actuación de Shirley Bassey… Adele grabó allí un DVD y Cranberries dividieron su presentación de ‘No Need to Argue’ en una parte con orquesta, y otra rock, entre otros cientos y cientos de ejemplos.
Dua Lipa grababa el pasado mes de octubre un disco en directo en este lugar, acompañada de la Orquesta Heritage conducida por Ben Foster, junto a una banda de 7 músicos y 14 coristas. A diferencia de lo visto recientemente en la gira festivalera de ‘Radical Optimism’, su apuesta ha sido interpretar su tercer álbum al completo y en orden, seguido de una segunda mitad compuesta por hits, en lo que solo puede interpretarse como una forma de reivindicar un trabajo que no ha alcanzado la repercusión de los dos anteriores.
‘Radical Optimism‘ sale vivo de esta prueba de fuego gracias, sobre todo, a la solvencia de sus sencillos principales. ‘Houdini’ se ve fortalecido en su cenit por la sección de cuerdas y vientos, y ‘Training Season’ suena mejor aún pasando de comenzar casi a capella a alimentarse de tan lustrosas posibilidades. Además, está unida sin descanso a ‘These Walls’, lo que favorece la defensa del conjunto de este trabajo.
‘Live from the Royal Albert Hall’ sirve para recordarte que no había en él dos canciones llamadas ‘Whatcha Doing’ aunque lo pareciera. También, por otro lado, que Dua Lipa aún no tiene baladas de renombre, y que ‘Anything for Love’ no va a ser su ‘Shallow’ ni su ‘Die With a Smile’. Pero la presentación tampoco cae en el tedio gracias a la brevedad de las pistas y al brillo que se saca a alguna composición que había pasado desapercibida, como esa ‘Happy for You’ que podría haber firmado la mejor Emeli Sandé.
La segunda mitad del álbum es la de los hits, y ahí se ha favorecido alguna curiosidad, en detrimento de algunas canciones que -suponemos- no encajaban tanto en este formato, como ‘Physical’ o ‘New Rules’. ‘Love Again’, por el sample de ‘My Woman’ en que se basa, y ‘Levitating’ son las grandes ganadoras, junto a la voz ya de negra total de Elton John, en ‘Cold Heart’. Es emocionante disfrutarle en este entorno, dado su mal estado de salud, y en lo que ha resultado contra todo pronóstico, tremendo macrohit.
Se agradece que no se haya llevado la post-producción de este álbum en vivo hasta eliminar la esencia de un concierto, como a veces ocurre en la industria musical de hoy. Aunque también se habría agradecido algo más de preparación previa: algunas producciones pedían a gritos ser llevadas más allá en sus intenciones John Barry. ‘Don’t Start Now’ no logra arrasar como traca final. Casi que resulta anticlimática. ‘Pretty Please’, ya que aparece reivindicada, podría haberse llevado más al jazz. De versionarse una canción, ¿tenía que ser ‘Sunshine’ de Cleo Sol? ¿Para no mejorarla?
Con sus momentos grandiosos y su margen de mejora, es claro que si por algo será recordado este álbum en vivo es por haber puesto en valor ‘Radical Optimism’. «¿Cuál era aquel disco de Dua Lipa?», nos preguntaremos dentro de 20 años. Sí, el que se atrevió a defender en el Royal Albert Hall, cuando ya lo habías dado por perdido.