Delaporte han dado con la tecla. Con la fórmula que les identifica como banda. Un cruce entre música de baile y salud mental que en su álbum anterior resumieron en un tema llamado ‘El techno cura’. No era su composición más imaginativa, pero sí una bandera que el público ha entendido perfectamente. Si en 2024 presentaban ‘Aquí y ahora‘ anunciando una segunda Riviera con la primera agotada, este 2025 publican ‘Déjate caer’ ya con otras dos Rivieras agotadas con semanas de antelación.
El lenguaje de la calle es también parte de Delaporte, que abren este lanzamiento con un corte que recibe el nombre de ‘CAGARLA’, así en mayúsculas, y cuyo estribillo asegura: «Sé que yo he venido al mundo a cagarla, y a caer en todas mis trampas». Es una producción de electrónica con trazas de drum&bass, que aún justifica decisiones, antes de que el disco vaya entregándose a la libertad en ‘TECHNO RICO’ («hoy soy libre, hoy soy yo») y finalmente al amor (la final ‘La ternura es simple’).
Si ‘CAGARLA’ es un tema que podría haber estado en ‘Aquí y ahora’, representando cierto continuismo o asentamiento de lo que podríamos considerar el sonido definitivo de Delaporte, a continuación el disco abre pequeñas nuevas vías. Muy llamativo es el pitcheo de las voces de Sandra en la espiritual ‘Japi mil’ y en ‘TECHNO RICO’, esta con elementos próximos al hardcore y al hyper pop.
‘SOMOS DIABLOS’ se aleja de Chimo Bayo para decantarse por Rosalía, que casi que patentó dicha palabra en ‘MOTOMAMI‘, mientras ‘Cielo ardiendo’ es más oscura e industrial y ‘Dopamina Golondrina’ parece guiada por uno de esos instrumentos orientales que hereda de alguien el bueno de Four Tet. ‘Se abre el mundo’ alterna sabiamente beats tropicales y trance extático. Cada una presenta matices diferentes sin alejarse demasiado del redil techno.
Que las canciones de ‘Déjate caer’ pueden entenderse como viajes mentales o físicos, ahora que Sandra ha decidido abandonar Madrid, es algo que certificamos en ‘Rendición‘, y ahí sí que podemos hablar alto y claro de una de las mejores canciones de la historia de Delaporte, con sus cuerdas sintetizadas, su exquisita progresión y su gancho «solo quiero hacerte el amor». El bruno que aparece como «featuring» no es otro que el proyecto paralelo del mismo Sergio. Y su vídeo de pura ternura, en el que la gente se coge de las manos, acaricia un gato, baila con un perro, da un beso, duerme con varias personas abrazado, se baña en el mar o ayuda a bañarse a un anciano, amamanta un bebé, acude a una manifestación pro-Palestina, o por supuesto asiste a un concierto, nos va preparando para la conclusión de ‘La ternura es simple’.
Se cierra el disco con un corte que pasa por varios estados: el techno, el spoken word, la magia ambient… En su segundo disco en dos años, Delaporte no se han comido muchísimo la cabeza: hasta la portada es claramente una foto de la gira anterior, vinculando ambos proyectos. Más bien están disfrutando de haberse encontrado a sí mismos.