El mar y sus misterios han inspirado numerosas obras musicales de lo más obvio (‘blue‘ de iamamiwhoami) a lo menos (‘Vivian & Ondine’ de William Basinski), de lo más conceptual (‘Sinking of the Titanic’ de Gavin Bryars) a lo más cool (‘Sea is a Lady’ de Toshiki Kadomatsu). En su cuarto álbum, la cantante y ex-estrella de Youtube estadounidense Chloe Moriondo entrega su propia versión del álbum de pop acuático, inspirándose en una dolorosa ruptura.
Dentro de una carrera musical que ha recorrido estilos muy diferentes, del folk (‘Rabbit Hearted’) al pop-punk (‘Blood Bunny’), ‘Oyster’ se afilia a sonidos de club, hyperpop y electrónicos. El tema central, ‘shoreline‘, expone la soledad de la ruptura con sintetizadores muy Robyn y evocadores. Después, los beats pueden acelerarse en la espídica ‘Sinking’, producida por la estrella del internet music Tomcbumpz, autor de la maravillosa ‘c u never‘; o flotar como en esa fantasía al vocoder que es ‘Pond’, puro Imogen Heap.
Por el camino -o la travesía-, ‘Oyster’ cuida su faceta conceptual tanto desde el aspecto musical como del narrativo. Las letras hablan del agua, el poder del mar, el océano azul, de «flotar debajo de la presión», de surcar los «siete mares» o de «congelarse» con una sola mirada. A veces la recurrencia del léxico marino suena forzada, pero el sentimiento de Moriondo prevalece. Y los sintetizadores pueden sonar tan cálidos y envolventes como sumergirse en un baño caliente, o tan fríos y paralizantes como congelarse en el mar o a la intemperie marina.
Sobre todo, desde esta «ostra» se abre paso una compositora sorprendentemente hábil para escribir ganchos de pop y moverse con soltura por diferentes estilos. También se nota que ha estudiado a sus ídolos pero que no busca imitarlos. Puede parecer calculado el paso de un estilo a otro, como si buscara el apoyo de distintas playlists; y al repertorio le falta algún single deslumbrante más, pero tampoco se hunde nunca como el Titanic. Además, Chloe Moriondo cuida con esmero cada composición pasando del hyperpop al pop-punk y de ahí a la balada electropop, mientras emocionalmente se abre en canal.
El disco deja un reguero de buenos temas. ‘Abyss’ es un más que digno «momento a lo Dua Lipa«, como ha reconocido ella misma, por su estilo disco-pop; ‘Weak’ demuestra la influencia de Tinashe, que ya tenía un disco llamado ‘Aquarius‘ (2014), en la música de Chloe Moriondo; ‘Raw’ pasa cómodamente por el breakbeat, ‘Oyster’ es un caramelo pop-punk de los que tan bien se le dan y la vengativa ‘Hate It’ es un temazo electro-grunge que debería viralizarse.
La propuesta de Chloe Moriondo puede no ser la más rompedora de todas dentro del profundo océano del pop hecho en internet, pero sí es una de las más asequibles. Que -por ejemplo- Oklou sea una visionaria musical no resta mérito ni mucho menos potencial comercial a la música de Chloe Moriondo, que en ‘Oyster’ sirve de punto de unión entre el pop narrativo de Taylor Swift y Olivia Rodrigo, los futurismos hyperpop de Charli xcx y PinkPantheress y las guitarras que ella misma ha reivindicado a lo largo de su carrera.
