The Tyets es uno de los grupos de Cataluña que se han popularizado en los últimos años. Su éxito ‘Coti x coti‘ triunfó revisando la sardana y su videoclip fue el más visto en YouTube en Cataluña de 2023. El dúo de Mataró formado «sin querer» por Oriol de Ramon y Xavier Coca ofrece buen rollo como si el mundo se fuera a acabar mañana y su segundo álbum, ‘Èpic Solete’, también publicado en 2023, proponía un imposible cóctel de ritmos latinos, EDM, guitarras pop-punk, melodías festivas y letras felices -al final no tanta sardana- que conectaban con una generación.
Esa mezcla «imposible» de géneros, junto a su uso del catalán -indispensable para forjar la conexión identitaria con su música- y de ciertos castellanismos, define la propuesta de The Tyets. Irónicamente, la mezcla de estilos de The Tyets y su vocabulario alegre/festivo puede sonar muy artificial. Es de esperar que un grupo que reivindica la amistad, la fiesta y la comunión por encima de todas las cosas transmita estos ideales de forma natural y fluida, pero no. En ‘Café pels més cafeteros’, su tercer disco, todo suena afectado al límite.
Hay que reconocer a The Tyets el mérito de escribir hits bailables y divertidos que conectan con el público. ‘Café pels més cafeteros’ ni siquiera hace honor a su título porque la música del disco es pretendidamente comercial; desde luego no es una delicatessen que solo unos pocos vayan a entender. En producciones y melodías de ‘Café pels més cafeteros’ se nota que The Tyets estudia con lupa la fórmula de las canciones de pop urbano que triunfan en España, para así adaptar esa fórmula a sus letras en catalán y rematarlas con un emoji alegre.
Ciertas pistas de ‘Cafè pels més cafeteros’ muestran que The Tyets evolucionan como compositores. El piano house de ‘Si ho deixéssim tot’ tira del carpe diem más tópico («aprovecha los momentos que te dé la vida») pero se crece con un estribillo rabiosamente pegadizo. ‘El cul del món’ es un bop tropical bien construido (ese gancho «m’oblido de tot tot tot») a pesar de su tono de calle o cotidiano algo artificioso (el grupo se come unos «fideos Yatekomo» mientras presume de vivir en Cataluña y no en Benidorm). Y ‘Fa Dies’ con la mallorquina Chiara Oliver es un correcto experimento de pop nuevaolero que interpola un éxito número 1 de Drake con más morro que espalda.
Pero ‘Cafè pels més cafeteros’ convence menos cuando a The Tyets se les va la mano con todos sus vicios. Las bases instrumentales del disco suenan enlatadas y el grupo no aporta una visión mínimamente original de los ritmos que extraen de otros géneros musicales, sino que recurren a cambios de beat continuos, en ocasiones forzándolos al máximo. ‘Que vinguis’ pasa del cumbiatón a las guitarras pop-punk y de ahí al drum n’ bass sin que nunca suene fluido o natural.
Quizá es mucho pedir de una canción que habla de «estar living» o «de tranquis» mientras unos amigos se «comen un arrocito». Pero la filosofía de The Tyets de vivir una fiesta eterna puede provocar una sobredosis de buen rollito. En la pista titular, las referencias a beber «cerveza y sangría» mientras «suena el tecnito» o «un temazo del mil» parecen tan impostadas como esa base rítmica que pasa del house al EDM engorilado sin sentido. La fiesta de The Tyets nunca decae e incluso cuando el dúo se permite darse un respiro, como en el pop acústico de ‘Cul i merda’, el ideario sigue siendo cuqui y de reconciliación: «hacemos la pipa de la paz». No quiero un solo drama en mi vida, solo comedias entretenidas.
Otras decisiones artísticas de The Tyets simplemente son muy difíciles de defender, como los gritos energúmenos de ‘Un petonet’, el electrolatino con Juan Magán; esa fea melodía de sintetizador que emerge en ‘Que vinguis’ provocando terror, la artificial transición de reguetón a merengue en ‘Pantis curts’ que desemboca en un subidón igual de forzado, ciertas distorsiones vocales efectistas en canciones como la citada ‘Que vinguis’ -que, por cierto, es la canción más escuchada del disco- pero que no aportan a la producción, por supuesto su extraña obsesión con los diminutivos, o el inflado sentimiento comunal de sus composiciones más guitarreras.
El tercer álbum de The Tyets responde claramente a su situación actual en la industria musical. Es un trabajo animado y comercialote que busca un impacto rápido. Sin embargo, esta imperiosa necesidad de «vivir el momento» da lugar a canciones que suenan rematadas rápidamente y que nunca se dejan reposar o definir. Al final, terminan destacando en el repertorio pistas como ‘El Maresme’, que sabe ser un simpático reggae particularmente «mataronense». Se agradece la sencillez de su evocación de la «calma y la tranquilidad», mientras que, a lo largo del disco, la «fiestuqui» simplemente se hace «too much».