60.000 personas han asistido este fin de semana a la octava edición de Mallorca Live, que el sábado ha celebrado su tercera y última jornada con los conciertos destacados de Iggy Pop y Bad Gyal. Aunque parece -a simple vista- que el poder de convocatoria de Aitana el año pasado no se ha repetido (me dicen que el recinto estaba a reventar), el ambiente ha vuelto a ser indiscutible, y seguro que la novena edición volverá a ser un éxito. ¿Qué cabeza de cartel inesperado aguardará entonces?
Arrancamos la tarde divididos entre Repion y Judeline. Decidimos acudir a ambos conciertos. Repion, el dúo de las hermanas cántabras María y Teresa Iñesta, presentan su efectivo punk-rock por segunda vez en el festival. Repion lanzan sus guitarrazos potentes, también armonizan como Ella Baila Sola en una rara canción acústica y, además, regalan al público una canción inédita, ‘El sueño dura una semana’, que formará parte de su próximo álbum, ya grabado.
De Judeline poco hay que decir que no hayamos dicho ya. Su show en Mallorca Live prescinde del montaje visto en presentaciones anteriores, lo cual le resta impacto. El «Canijo» -en el concierto interpretado por un bailarín- sigue atormentando la vida de Lara Fernández y, antes de cantar ‘Zarcillos de plata’, la de Cádiz aconseja a sus fans, escarmentada, que «se salten la fase de enamorarse de un chico que vende droga». Las bases de ‘Zahara’ o la misma ‘Canijo’ siguen sonando de lujo, aunque se habría agradecido en esta presentación mucho menos ruido saliendo de los altavoces. El nuevo single, ‘Chica de cristal’, suena también en el set.
Cuando ya anochece, El Kanka presenta su poesía cotidiana en el escenario Es Jardí y alegra el ambiente con sus contentas canciones. ‘Querría’, en clave gypsy jazz, o la cálida rumba bossa de ‘Guapos y guapas’, se suceden en un repertorio hábilmente interpretado junto a una banda de cinco músicos, incluido un trompetista. El Kanka -alias de Juan Gómez Canca- dedica además unas palabras a la ecléctica programación de Mallorca Live: dice que hay que ser un «loco prodigioso» para mezclar a Iggy Pop, Bad Gyal, El Kanka y Judeline. Él lo celebra y nosotros también.
Iggy Pop, el primer plato fuerte de la noche, entra como un torpedo en el escenario Estrella Damm y repasa sin tregua su histórica discografía junto a los Stooges y en solitario. Iggy Pop por supuesto actúa descamisado -de otra manera no le habríamos reconocido- y se merienda ‘T.V. Eye’, ‘Raw Power’, ‘I Got a Right’ y ‘Gimme Danger’ -todas de los Stooges- una detrás de otra. Su banda de siete músicos -incluidos dos trompetistas- proyecta un sonido espectacular, soberbio, perfectamente engrasado, que brinda una capa de elegancia al urgente punk-rock de Iggy Pop.
En ‘The Passenger’, la primera concesión a su carrera como solista, James Newell Osterberg, Jr, exhibe su ronca voz. Después, la sucesión de ‘Lust for Life’ y ‘I Wanna Be Your Dog’ lleva el concierto a un primer punto álgido cuando acaba de empezar. Antes, en ‘Death Trip’, Iggy habla sobre la muerte. Reconoce que a veces quiere morir y otras no, pero añade que «pase lo que pase», seguirá al pie del cañón.
‘Search and Destroy’ o ‘Down in the Street’ se encadenan en un repertorio de desatado punk-rock que no baja el ritmo. Acaso cuando Iggy Pop se sienta en un altavoz para descansar. Pero pronto Iggy baja al foso y actúa cerca del público, aunque se encuentra con un grupo de fans de Bad Gyal situadas en primera fila que le observan completamente desconcertadas. Pero nada -tampoco su visible escoliosis- impide a Iggy Pop entregar la energía que la audiencia espera de él.
El concierto de punk de Biznaga lo tiene todo: temazos, mensaje y un vozarrón, el de Álvaro García, que transmite las letras con un poder descomunal. El grupo madrileño presenta su disco ‘¡AHORA’!, dedicado a la crisis inmobiliaria, y luce absolutamente entregado a su papel de profesionales del entretenimiento: animan a su público a darlo todo, a bailar con sus amigos y, en definitiva, a ser feliz cuanto se pueda. Sus letras hablan de precariedad y gentrificación, pero sus canciones invitan al desahogo colectivo. El guitarrista Álvaro «Torete» Casado toca con tanta pasión que quitarle los ojos de encima es imposible. El grupo hace honor a su canción ‘El Entusiasmo’, que cierra el bolo, y ofrece un set de punk que provoca esa misma emoción.
Bad Gyal trae nuevo show en su Bikini Badness Tour, que congrega al público más joven del festival en esta última jornada. Alba Farelo, en su papel de diva total, trae un show de reggaeton y dancehall coreografiado de principio a fin que no prescinde ni de los chorros de fuego, ni del generoso cuerpo de baile que la acompaña en casi todo momento, ni de un formato de concierto que encadena una canción tras otra en ocasiones de forma atropellada. Aunque la estrella sigue siendo ella y su actitud deliberadamente desganada y «cool», pero que borda el twerk y que, con un cambio de vestuario, causa furor.
La sucesión de hits (‘Bota Niña’, ‘SexeSexy’, ‘Duro de verdad’) no deja momento para respirar, excepto en los largos descansos que separan los diferentes actos del show, en los que, de manera extraña, reina la oscuridad y el silencio. Al menos en tres ocasiones parece que el concierto ha acabado de repente, cuando se prepara para la siguiente fase.
Pero cuando las luces brillan, Bad Gyal y su equipo de bailarines ofrecen una auténtica bacanal de ritmos urbanos y sensualidad femenina con gusto caro y olor a «aceite de coco». Esa sensualidad es central en el show y, en uno de los momentos más memorables, Bad Gyal se deja restregar un cubo de hielo por una pierna por parte de unos de sus bailarines. En otro, Farelo versiona ‘Stars Are Blind’ de Paris Hilton, aunque la abandona demasiado pronto.
La segunda parte del set se reserva los hits más hits de Bad Gyal: ‘Chulo’, ‘Blin Blin’, ‘Sin carné’, ‘Flow 2000’ o ‘Zorra’ se encadenan sin tregua. De ‘La joia‘ se recuperan unos cuantos cortes, como ‘Mi lova’, ‘La que no se mueva’ o el hit que mereció serlo más ‘Perdió este culo’. El vestuario de Bad Gyal, puro «Flow 2000», deja en todo momento visibles sus abdominales de acero, y constata que Bad Gyal sigue dando pasos hacia adelante como artista y performer. Cada show que trae es mejor y este no es una excepción.