Cine

Kelly Reichardt subvierte el cine de atracos en la exquisita ‘The Mastermind’

La historia de ‘The Mastermind’ sucede en 1970, en un tranquilo barrio residencial de algún lugar de Massachussets. JB Mooney (Josh O’Connor), carpintero en paro y padre de familia, se pasea a menudo por el museo local. Su objetivo es idear un plan perfecto para robar unos cuadros del pintor Arthur Dove. Junto a dos colaboradores y sin pensarlo demasiado, decide llevar a cabo la empresa, pero su supuesta jugada maestra termina por hacer aguas, y lo que podría haber sido la solución para una vida acomodada con su mujer Terri (Alana Haim) y sus hijos, se tuerce, forzándolo a huir de la justicia.

Kelly Reichardt, directora personalísima y siempre a contracorriente de los vicios del cine americano contemporáneo, se aventura en el cine de atracos con una película que no pone el foco en la tensión que rodea al robo, sino que busca componer un retrato humanista sobre un hombre a la deriva. Josh O’Connor, actor cuya presencia siempre resulta magnética, se pierde en la piel de un personaje de apariencia tranquila y amable pero profundamente complejo, inmerso en una fallida odisea.

Fiel a su ritmo pausado y contemplativo, la cineasta divide la película en dos partes, una antes del atraco y otra después. En esta última es donde subvierte los tópicos sobre los que se cimienta este tipo de cine, convirtiendo lo que tradicionalmente sería un film de acción en un drama minimalista que estudia minuciosamente a su personaje, esbozando un retrato sutilmente crítico de la masculinidad tradicional. JB no representa precisamente al típico hombre rudo y machista, pero su forma de ver el mundo es tan infantil e ingenua que parece que nadie le haya enseñado a ser adulto en el mundo real.

Primorosamente rodada, la película logra una exquisita recreación de la época tanto en lo visual, donde destaca la evocadora fotografía de Christopher Blauvelt y el discreto pero estupendo diseño de vestuario de Amy Roth, como en lo narrativo. La directora captura con audacia las ansiedades sociales de los 70, como la preocupación por la guerra de Vietnam, la falsedad de la fantasía familiar suburbana o el auge de la delincuencia.

La mente maestra de Kelly Reichardt vuelve a idear un guion que transforma un género históricamente cargado de acción y testosterona (ya lo hizo anteriormente con el western en ‘Meek’s Cutoff’ y ‘First Cow’) en un delicado ejercicio casi-bressoniano que impone sus propias reglas y sus propios tiempos. ‘The Mastermind’ es una aventura anti-épica y minimalista de una cineasta que continúa indagando en la compleja historia de Estados Unidos con historias pequeñas y humanas pero rebosantes de gran cine.

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Publicado por
Fernando García