La reivindicación de los años 80 demasiadas veces se ha quedado en la superficie. La hemos visto en Dua Lipa, The Weeknd o Aitana como vehículo para conseguir hits a partir de otros hits. No tanta gente se fija en nombres como Alison Moyet, Geoffrey Landers, Boz Scaggs o Kool & The Gang. Estoy hablando más que de éxitos -que algunos los tuvieron- de armonías y texturas.
Por eso es una pena que la carrera de Linda Mirada se detuviera en 2013, con un EP de remixes. Publicó dos álbumes en 2009 y 2012, ‘China es otra cultura‘ y ‘Con mi tiempo y el progreso‘. Han tenido que pasar 12 años para que vuelva con un álbum llamado ‘Qué largo es el verano’. Un título que responde a lo tedioso que puede resultar tal periodo cuando has de compaginar familia, trabajo y vacaciones.
El álbum se compone de 7 canciones que se han construido poco a poco, de manera sosegada, con la ayuda de algunos amigos. Ana Naranjo ha escrito todas las composiciones de manera casera, completándolas luego con habituales como Bart Davenport y Paco Loco. Esta vez apunta como fundamental la colaboración de Daniel Collás de The Phenomenal Handclap Band.
La artista -que trabaja en la distribuidora Music As Usual- sigue más que atenta a la música que se publica en los márgenes, hasta el punto de señalar el de North Satellite como el álbum que más escuchó en 2024. De ahí su colaboración en ‘Morena del Apóstol’. Eugene Tambourine -que no llega a los 1.000 oyentes mensuales en Spotify- aparece como co-autor, co-productor y toca un sintetizador en esta canción.
Los recorridos de las composiciones son excitantes e intransitados. Sus arreglos son a veces impredecibles. Un par duran más de 5 minutos y otras tres se acercan a esta cifra, en estos tiempos de prisa, de tantísima prisa. Los estribillos aparecen algo sacrificados por eso, por lo que las mejores canciones para descubrir a Linda Mirada, si aún no la conocías, aún siguen siendo ‘San Valentín’, ‘Secundario’ o ‘Mientras la música no pare’. En la extraña campaña de singles que ha dejado este disco se ha promocionado ‘Starlink’, y no tanto ‘Siempre’, que se abre y se cierra con un riff que remite a Kraftwerk, Madonna o The Human League.
En cuanto a las historias de ‘Qué largo es el verano’, deambulan por el despecho y el costumbrismo veraniego. Muchas hablan sobre ruptura, sobre ser la otra o sobre reencuentros después de muchos años. Una se llama ‘Autoficción’. ‘Obstáculo’ se inspira en una historia que le contaron sobre una pareja que rompió cuando el chico conoció a otra. ‘Bajo un mismo techo’ retrata a una pareja que ya no se soporta.
Por el carácter hedonista y mediterráneo de los arreglos, porque los cencerros y los arreglos sintetizados de viento siguen siendo habituales, ‘Si la brisa es buena’ es una de las composiciones más conseguidas. «Mira esos hippies, qué graciosos son / seguro que llevan un plan», observa una despreocupada Linda Mirada, al tiempo que ofrece otros relatos playeros. ‘Starlink’, incluso algo dub, sería la más abstracta.
Aunque las pinceladas estén más o menos definidas, aunque la mezcla sea desigual (‘Obstáculo’ suena algo ahogada, cuando pedía una gran explosión italo), es un placer reencontrarse con alguien que resulta que -de verdad que es posible- publica música fuera del entorno festivalero. Por puro amor al arte. Hay vinilo.