Discos

Hatchie / Liquorice

Con azúcar y especias Hatchie irrumpía como un soplo de aire fresco en el panorama musical en 2018. Su EP de presentación hacía honor a su título y ofrecía cinco canciones dulces y sofisticadas. Entre su amalgama de guitarras shoegaze se percibía una gran sensibilidad pop que aunaba lo mejor de ambos géneros con gracia. En cambio, sus dos primeros álbumes, aun con algunas estupendas canciones, no conseguían consolidar del todo la promesa de aquel breve proyecto.

Con su tercer disco, ‘Liquorice’ (“regaliz” en español), la artista australiana opta por no seguir la senda más synthpop -e interesante- de ‘Giving the World Away’ para asentarse en un sonido dream pop que resulta tan agradable como excesivamente cómodo. Dice Hatchie que este álbum, a diferencia del anterior, lo ha creado pensando solo en lo que le apetecía hacer y escuchar a ella, sin tener en cuenta cómo la gente pudiera recibirlo. Este acercamiento, perfectamente comprensible y válido, en esta ocasión parece jugar en contra de un proyecto que nunca llega a explotar todo su potencial.

El pop rock noventero de la estimable ‘Wonder’ sirve como prueba de que a la australiana le sienta bien airear su sonido y probar cosas diferentes a lo que suele hacer normalmente. El cierre del álbum, ‘Stuck’, también explora esa línea mediante diversas capas de guitarra y una melodía animada y accesible marca de la casa, aunque quizá necesitaba de un minuto más para lograr un mayor impacto.

La canción más sólida, sin embargo, no puede decirse que brinde nada que Hatchie no hubiera ofrecido antes, pero es en este tipo de composiciones donde la artista brilla. ‘Lose It Again’ recuerda a los puntos más álgidos de su anterior álbum con su dream pop embriagador de grandes estribillos y evocadores riffs de guitarra.

La mayoría del proyecto parece buscar esa inspiración, pero rara vez llega, como si las producciones a cargo de Jay Som y Joe Algius fueran incapaces de dar con la tecla adecuada para que las canciones exploten. ‘Sage’ podría ser adorable pero suena incomprensiblemente apagada; ‘Carousel’ es tan deudora del sonido Cocteau Twins de ‘Four-Calendar Café’ (1993) que lo único que provoca es querer ponerse ese disco; ‘Anemoia’ es sugerente como introducción al proyecto pero termina presa de una monotonía que no llega a ningún sitio; y ‘Only One Laughing’, que está siempre muy cerca de ser una buena canción, no llega a despegar.

Si ‘Liquorice’ resulta frustrante es porque se percibe el talento de principio a fin, y con un acercamiento diferente en la producción, estas canciones intimistas y edulcoradas hubieran funcionado mejor. En su lugar, forman un álbum sin garra, tan placentero de escuchar como fácil de olvidar. La medida de azúcar es la adecuada, pero Hatchie se ha quedado corta con las especias.

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Publicado por
Fernando García
Tags: hatchie