El otro día vi un reel de Instagram que afirmaba que ya no existen artistas como Madonna, capaces de cambiar radicalmente de estilo de disco a disco. Allie X no es ese camaleón musical que siempre ha sido la Ciccone, pero sí se ha preocupado por ofrecer una propuesta diferente en cada proyecto, incluso encarnando un personaje distinto cada vez, pasando de la diva excéntrica de sus inicios a la sombra sin rostro de su álbum anterior.
En ‘Happiness Is Going to Get You’, su cuarto álbum, la canadiense Alexandra Ashley Hughes se convierte en The Infant Marie, un personaje que representa la “nostalgia y la exploración de los recuerdos”. Marie simboliza la unión -o colisión- de pasado y futuro que propone el disco: una diva pop que existe en dos líneas temporales a la vez. El cubo de cristal en el que toca el arpa representa esa distancia temporal: dentro, ella vive en el pasado, pero nosotros la observamos desde fuera, en el presente.
El concepto visual de ‘Happiness Is Going to Get You’ es simplemente genial, y me atrevo a decir que será copiado en el futuro por algún artista con menos talento. El contenido musical, por su parte, refleja ese personaje: la canadiense explora una paleta sonora particularmente orgánica, con canciones escritas al piano y posteriormente arregladas con cuerdas, clavicordios y otros instrumentos, aunque sin abandonar los teclados y los detalles digitales que dirigen el disco hacia el futuro.
Brillan especialmente los arreglos, la producción y, sobre todo, los conceptos líricos de las canciones; no tanto unas melodías vocales que resultan simplemente correctas y, en ocasiones, planas. Algunas piezas no temen exhibir sus influencias: ‘Hope You Hear This Song’ es un hechizo destinado a atormentar a una persona con una melodía pegadiza, pero funcionaría mejor si esa melodía no fuera prácticamente la de ‘Bitter Sweet Symphony‘ (1997) de The Verve.
Donde ‘Happiness Is Going to Get You’ funciona es en ofrecer un repertorio cohesionado y comprometido con su concepto, a pesar de su variedad. En el álbum conviven la oscuridad industrial de ‘Is Anybody Out There?’, una reflexión sobre el aislamiento existencial que sufre el personaje, impulsada por un estribillo armonizado que remite al estilo de Dirty Projectors, y el clavicordio de ‘Down Bad’, la pieza más Tori Amos
del disco, animada con castañuelas.La mejor canción es ‘Reunite’, donde Allie X, de nuevo a golpe de clavicordio, plantea una reconciliación con su propio cuerpo, resentido desde hace años por una enfermedad crónica. No obstante, la letra admite una interpretación más universal, quizá dirigida a un amigo o familiar, especialmente pertinente en esta época navideña. ‘7th Floor’, en un estilo a medio camino entre el post-punk y el indie pop, es una de las más visuales: Allie X se imagina atrapada en un ascensor que sube y baja sin parar, simbolizando un bucle vital sin fin del que ella tampoco hace un esfuerzo por salir.
Otras metáforas bien traídas, ya sea sobre la industria musical -simbolizada en un ‘Uncle Lenny’ que deja a Allie X sin un duro- o sobre la importancia de mantener un espíritu infantil, en la alegre y muy -o demasiado- Belle & Sebastian ‘Stay Green’, se suceden en un disco compuesto principalmente por medios tiempos y baladas como la emotiva ‘Learn to Cry’, que suena relajado y elaborado a la vez.
Hay que ponerle mucho esmero para escribir arreglos orquestales como los de ‘Learn to Cry’, que además incluye un estupendo solo de guitarra eléctrica, o ‘It’s Just Light’, que cierra el álbum en clave trip-hop sin renunciar a los estilismos barrocos del conjunto. Aunque las melodías nunca parecen querer explotar, quedándose en un agradable punto medio, a Allie X hay que aplaudirle sus esfuerzos por crear discos con conceptos tan interesantes y tan bien desarrollados.