Análisis sin espoilers de una tanda de episodios que se recordará no sólo por esa famosa secuencia de la que todos hablan, sino por atreverse a introducir sutilidades hasta ahora vetadas en el género fantástico.
Ana Pastor vuelve a nuestras pantallas, en este caso en un programa que se anunciaba a sí mismo como objetivo pero que, desafortunadamente, no lo es tanto.