El nuevo disco de K-Dot se debate entre la influencia jazzística, el G-funk, el trap, el R&B y hasta el rock. Pero lo más llamativo de esta amalgama que fluye de lo experimental a lo comercial con enorme naturalidad es lo mucho que se aproxima al pop, o de ese concepto de lo popular que reina hoy en día, cada vez menos encorsetado y rígido.
Un disco sensiblemente más antipático y árido que su predecesor, pero exquisito desde el punto de vista formal y, también, en unas letras que confirman el singular estado de gracia de Josh Tillman.
Por obvio que sea, su título define bastante bien lo que uno siente al escuchar este nuevo disco de los escoceses. Dolor porque se echa en falta el ruidazo de sus primeros álbumes. Y gozo porque, afortunadamente, bastantes de estas canciones son entre buenas y muy buenas.
El segundo disco de la cantautora Karen Elson, ya separada de Jack White, es más folkie. Aunque en alguna ocasión los arreglos decoran más que aportan, el álbum contiene su pequeña obra maestra.