Tiene todas las virtudes y todos los defectos del cine de Anderson. La puedes amar u odiar, que razón no te faltará en ningún caso. A mí personalmente es de las que más me han gustado. Quizá no es tan creativa en el plano visual como las últimas que venía haciendo, pero sí menos agotadora, más reposada y mejor escrita, dando tiempo a que respiren las escenas (y el espectador), cosa que no siempre ocurría en La crónica francesa. Tiene momentos de humor lacónico y naíf que funcionan; especialmente me han parecido brillantes Jason Schwartzman y Scarlett Johansson en sus diálogos de ventana a ventana. Y la escena de Margot Robbie en la escalera de incendios del teatro. Luego había escenas que provocaban un poco de bochornito, como algunas de la obra dentro de la obra y tanta filigrana innecesaria (en concreto esa escena de Willem Dafoe y los actores fingiendo que duermen, que no va a ninguna parte).