El capítulo final de nuestra trilogía favorita, el romance entre Raquel, talentosa escritora en la edad del pavo, y su vecino Ares, niño rico alérgico al cloro con preocupante tendencia a caerse en piscinas, es quizá la menos mala de las tres pero la más aburridilla. Sigue teniendo todos los ingredientes de siempre: melodrama romántico, fantasía erótica teen, ecos de Romeo y Julieta si Romeo y Julieta hubieran sido borderline, postales de Barcelona, interpretaciones atroces, y música, mucha música (sustituyendo a Camela por Alaska y Dinarama) pero esta vez con envoltorio navideño y a mi parecer con un menor grado de absurdo, quizá por la ausencia de Yoshi.