En Maria, Angelina hace lo que puede con la Callas. Como ya pasaba con Jackie y con Spencer, Larraín dice que caballo grande y escoge a un gran nombre antes que a la actriz adecuada, lo que desluce un guión muy notable.
Está muy conseguida la descomposición de los demonios que la persiguieron toda su vida, reflejados en su última semana de vida, y deja el espacio justo a la interpretación del espectador, todos los lugares que no admitían una visión absoluta.
Creo además que esta fórmula que han encontrado él y Knight con está (de momento) trilogía, puede ser muy prolífica y pondría en mi wishlist a Marilyn y a Amy Winehouse como siguientes protagonistas.