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Después de Challengers, que era un ejercicio de estilo juguetón incomprendido por la gentuza terrible de este foro, esta Queer es mucho más ambiciosa y funciona a otro nivel. Sigue habiendo bastante de ejercicio de estilo (brillante) y Guadagnino sigue teniendo las mismas ganas de pasar desapercibido que de pillarse un dedo con una puerta, pero el resultado es una película mucho más compleja, original e hipnótica que habla sobre el deseo, la adicción, la soledad, y las inseguridades o la incapacidad a la hora de establecer un vínculo con otra persona. El México artificial y alucinado que ha levantado en los estudios de Cinecittà es una cosa preciosa de ver, el uso anacrónico de la música, ese tercer acto que o lo amas o lo odias con su coreografía homoerótica y surreal, y el epílogo donde sale de la novela para hablar directamente sobre la vida de Burroughs. Empieza muy bien 2025.