BOYHOOD
El paso del tiempo, algo que a todos afecta y de lo que no podemos escapar. Es fácil sentirse identificado con algo así, y es la principal baza de Boyhood: Ver tu vida en la de los personajes.
La película cuenta la historia de un chaval normal. Habrá quien diga que no pasa absolutamente nada en la película. Sí y no. Pasa todo y no pasa nada, como en la vida de cualquiera de nosotros. No sucede nada trascendente, el mundo sigue girando igual. Se tocan temas mil veces vistos y tratados en el cine. Y aquí viene lo maravilloso: Pese a todo, mantiene el interés durante 165 minutos. ¿Cómo lo hace? Pues gracias a unos diálogos bonitos, muy naturales y espontáneos, totalmente comunes. A una sucesión de escenas donde te cuentan cosas, sin largos planos de paisajes y música tan empleados para parecer trascendente. En definitiva, gracias a su honestidad.
Probablemente la forma de rodarla ha tenido mucho que ver. Comprobar cómo van creciendo los personajes ante tus ojos merece ya el dinero de la entrada.
El personaje protagonista actúa más como un mero espectador, las personas y situaciones deambulan a su alrededor y él se deja llevar, como probablemente hacemos todos en la vida que nos ha tocado.
No es perfecta, sin embargo. Para redondearla faltaría algo más de chispa en algunos personajes, como el de la hermana o el de la madre, que te dejan a medio gas. La adolescencia (qué mala es) vestida de existencialismo se alarga quizás demasiado en el protagonista, recordando al típico adolescente americano desencantado y de pelo largo visto en muchas películas y series, echándose de menos algo de frescura en ese aspecto.
Otro problema es que, cuando estás metiéndote en la historia, se produce un salto temporal con el consiguiente cambio en las vidas de los protagonistas e incluso desaparición de personajes que te obliga a reengancharte de nuevo hasta el siguiente salto. Esto, junto a algunas americanadas difíciles de entender desde aquí, te sacan un poco de la película.
Pese a esto, se la recomiendo a todo el mundo. Es tan larga y ocurren tantas cosas que siempre se disfrutará algo, probablemente más la primera parte, donde nos vemos reflejados en la niñez del protagonista y esos maravillosos finales de los 90-principios de los 2000 que me niego a que sean propiedad hipster. Una peli de las que dejan pensando, es decir, de las buenas.
Vedla.