Soñadores.
La vi en el cine en su día pero la he vuelto a ver ahora y me ha encantado. Me he enamorado de todo. De ese piso antiguo y laberíntico en mitad de París, en el que aislarse del mundo a hablar de cine, beber vino y pasearse en pelotas provocando al pobre Michael Pitt; el erotismo desde el minuto 1, ese prodigio de la fotogenia que es Eva Green, que tiene tanta fuerza y magnetismo que se roba la película; el morbazo de Louis Garrel, la música, la cinefilia, el montón de ideas visuales de Bertolucci. Mis dieses.
Pájaro blanco en la tormenta de nieve.
Eva Green y Shailene Woodley hacen de madre e hija en una decisión de casting un tanto WTF, por la poca diferencia de edad entre ambas y porque vive Mendel que una DIOSA como Eva Green jamás engendraría a una petarda como Shailene.
Eva Green pasó de hacer papeles de adolescente en 2003 a hacer de madre cuarentona en 2014. Cuando penséis que vuestro trabajo es una mierda, acordaos de la carrera de Eva. Aquí hace de una queridísima mamá arpía y loca que quiere robarle el novio a su hija adolescente y que un buen día desaparece sin dejar rastro. Ella está tan fascinante como siempre (sobreactuada como una actriz de cine mudo puesta hasta las cejas, pero fascinante) y la peli no es tan alocada ni tan basta como la mayoría de pelis de Gregg Araki (de hecho en tono estaría más cerca de Mysterious Skin, aunque le ha quedado al final un poco telefilmera y obvia).