El problema gordo es que una gran parte de nuestra generación (nacidos sobre los 90) no se entera de por donde le da el aire, vivimos con nuestros padres tranquilamente sin necesidad de luchar por nada, y el día que tengamos que trabajar y salir a la vida real nos vamos a llevar una sorpresa sorpresa. Lo peor es que pienso, ¿qué vamos a hacer al ver lo que hay? Volver a casa, al refugio. Esperar que nuestros padres mueran y heredar lo poco que tienen para poder tener al menos un techo en el que pasar hambre?
Muchos adultos deberían darle una buena patada en el culo a sus hijos, y que estos después se encarguen de montar una revolución, pero contra los jefotes, no contra contenedores.