Spoiler: tochazo.
Casi todo lo que sé de feminismo lo he aprendido aquí, empecemos por ahí. Aquí con les foreres y fuera con amigos y sobre todo amigas que me han ido explicando lo que es aceptable y lo que ya no. Pero sobre todo aquí. Un besito a las #Yonipowahs.
Deconstruirse no es fácil. Hay que entender que lo que tienes asumido como normal, una costumbre cultural que ni siquiera tienes etiquetada como tal sino que está incorporada a tus usos y costumbres, muchas veces puede resultar ofensiva. Pero ¿por qué, si yo no soy ningún gañán? ¿Por qué, si soy maricón? ¿Por qué, si soy de izquierdas? La respuesta la llevan dando las feministas desde hace décadas y a lo mejor suena a Irene Montero y a sobaco peludo, pero en 2023 sale hasta en la peli más taquillera del año: el patriarcado.
De la misma manera que a las niñas ya no les preguntamos quién es su novio en la escuela, de la misma manera que procuramos no decirle a nadie si está demasiado gordo o demasiado delgado o a ver cuándo se animan a ir a por niños, de la misma manera que no le decimos a nadie si su falda es demasiado corta o si se ha maquillado de más, simplemente no es aceptable plantarle un beso a alguien en los morros. Tan sencillo como eso. La gestión posterior de todo el tema ha sido tremebunda, esperpéntica. Pero la esencia del tema es esa, y hablamos de eso y de nada más.
Si no lo entiendes, intenta, como decía Avelino Piedad en su IG, leer un libro y callarte dos años. Observa cómo se han producido las desigualdades históricas, cómo se desarrollan las relaciones de poder, de qué lado vienen los abusos. Des-normaliza lo normal. Lo normal es cultural. Y la cultura cambia y avanza. Es muy reconfortante conservar tus certezas, pero a veces simplemente no es posible, porque el mundo se mueve y las certezas caen. Y este es un momento de cambio, diría que el más importante desde la sentencia de La Manada.
No hay por qué suponer que uno tiene razón todo el rato. Yo sé que me equivoco constantemente. Pero quien señala que lo aceptable para ti no es aceptable para ellos, no lo hace por llevar la contraria. No se trata de ganar el juego de Twitter. Se trata de aceptar que el clamor social indica que las cosas se mueven. Y a lo mejor hay que plantearse lo que uno cree. Y escuchar. Y callar. Y si no, observa quién está de tu lado y toma nota.