Mierda o no, es espectacular: eso no se puede negar.
Lo que pasa es que luego la colección es FLOJA FLOJA, y uno se pregunta, efectivamente, por qué los museos se han convertido en iconos absolutamente vacÃos de contenido. Se dinamizan zonas deprimidas, como es el caso (como ha sido en tantos casos), pero para acabar haciendo el viaje en tranvÃa para echar la foto, y no un verdadero turismo cultural. Es triste.
A diez minutos está el Auditorium, de Renzo Piano, que sà que me pareció, por lo menos, funcional.
