Bon dia
Leyendo me ha dado por hacerle una nueva visita a mi antiguo foro de hace más de 7 años que sobrevive casi a base de gif y los 2 o 3 supervivientes nostálgicos y me encuentro este post (es un foro de cine)
Titulo del post: Sobe las chicas con rastas.
Hola a todos. Probablemente el tema de este post os sorprenda. Tampoco yo tengo del todo claro porque le cuento esto a absolutos desconocidos, en un foro de cine. Supongo que busco algún interlocutor o alguien que haya experimentado algo similar o que tenga inquietudes parecidas a las mÃas... decir que, en el pasado, alguna vez he hablado sobre esta peculiaridad mÃa, esta especie de fijación, en foros de sexo y, obviamente, si he recibido alguna respuesta ha sido de corte más bien onanista, por asà decirlo. En plan âa mà también me va eso... cuéntame alguna experiencia... podemos pasarnos fotosâ. Y, aunque no niego que hay un componente de atracción meramente fÃsica, un deseo, en lo que me ocurre, para mà tiene que ver con más cosas. Exactamente tampoco puedo ofrecer una respuesta al por qué me ocurre, pero supongo que ahà está lo emocionante, en el camino que haces, en la búsqueda de respuestas. Es una parte de mà que conoce poca gente, que le he contado a muy pocas personas, por pensar que la mayorÃa lo encontrarÃan ridÃculo o un simple desvarÃo o puro fetichismo.
El caso es que, desde hace ya bastante tiempo, siento una especie de atracción, poderosa e indefinible, por las chicas que llevan rastas. De una forma más general, me atrae la estética alternativa: los tatuajes, los piercings, la forma de vestir desgarbada y como provisional de las chicas que orbitan lo hippie, lo okupa, lo punk. Pero, en concreto, si hay un tipo de chica que vendrÃa a constituir mi fantasÃa predilecta, mi temblor, el alfa y omega de mi búsqueda de una mujer, esas son las chicas con rastas. En particular, las que suelen ganarse la vida como artesanas, hacen su propia ropa o complementos y gustan de darse un aire exótico, de hadas inspiradas por los motivos y las formas de las filosofÃas orientales. Pero tampoco soy tan sibarita: cualquier chica rasta, estudiante de Bellas Artes o de alguna carrera de letras, entrevista en algún concierto o fiesta okupa, levantando sus brazos al aire y dejando al descubierto dos matas de pelo en sus sobacos, es capaz de hechizarme.
Una de las razones por la que esto me intriga e incluso a veces me molesta en cierto modo (a veces me gustarÃa tener pulsiones y pasiones más normales) es que, mirando atrás en mi vida, tampoco detecto ningún tipo de experiencia iniciática. No hubo una primera chica por la que me colgara y me dejara con esa especie de marca, ni una amiga de mi hermana que, siendo yo niño, me interrogara por vez primera sobre los misterios de la piel. Disculpad el lirismo de brocha gorda. Es más, ni siquiera soy alguien que se haya movido o su mueva mucho en cÃrculos en los que abunden chicas asÃ. Eso, por supuesto, me dificulta más el poder contrastar toda esta teorÃa, todas estas elucubraciones, con la vivencia práctica de compartir tiempo con chicas asà y ver como son y como respiran. He frecuentado, a épocas, lugares en los que sabÃa que podÃa encontrar gente de este estilo, sin atreverme nunca del todo a dar un paso más y, yo que sé, tratar de vivir algún tiempo en una okupa, irme un verano a una comuna o cosas asÃ. Por otra parte, también he de decir que, de algún modo, nunca he terminado de verme en esos ambientes. Quiero decir que veo a una chica rasta y sÃ, me muero por saber de ella, por pasar tiempo con ella, con hablarle, con poder tenerla al alcance de la mano, pero luego voy a una plaza en la que la gente está sentada bebiendo, ese rollo, y pienso que me darÃa pereza tener que abrirme paso socialmente ahÃ, que no encontrarÃa temas de los que hablar.
Sà puedo decir algunas sensaciones que me producen este tipo de chicas, más allá de la apariencia, que contribuyen a que me atraigan. Sé qué todo es mucho más complejo que las etiquetas: hay chicas rastas viviendo en la calle, otras que cambian de paÃs cada tres meses, otras que igual trabajan en una tienda de moda del centro de una gran ciudad... Pero yo las asocio a un tipo de vida itinerante, construido un poco sobre la marcha, sin pensar demasiado en el futuro ni en las cosas materiales, sin necesitar mucho más que la capacidad de moverse y sorprenderse. Y eso me atrae porque es un poco también mi manera de ver y vivir la vida. Me gusta esa idea de la provisionalidad, también, por ejemplo, esas chicas okupas que visten con ropa que otra gente deja en sus casas y no tienen la necesidad de pasar muy a menudo por caja para comprar ropa, algo que yo algún dÃa dejaré de hacer. Y, en suma, creo que las asocio a cierta idea de la aventura, del misterio: me veo a mà mismo viviendo una época en alguna casa okupa, o directamente en la parte de atrás de una furgoneta, reciclando para comer y cambiando de ciudad constantemente, durmiendo en playas y no llevar como equipaje más que a mà mismo, como máximo algún libro. Sé que para eso no es indispensable tener una compañera que lleve rastas, pero nunca he podido evitar sentir esa atracción fortÃsima viendo casualmente en Internet, en algún sitio, fotografÃas de chicas rastas vestidas asÃ, como si vivieran en la selva, en algún festival hippie.
Alguna vez me he entretenido mirando en Internet, en busca de algún comentario de alguien que pudiera contar algo parecido a esto que os cuento desde una perspectiva no necesariamente sexual. Incluso he buscado libros o pelÃculas en los que aparezcan personajes asÃ. Un libro que me gustó, a parte de por estar bien escrito y ser interesante, es âEl evangelio de la anarquÃaâ de Justin Taylor, que cuenta algo que ya me gustarÃa que me ocurriera a mÃ: un joven algo perdido que, sin comerlo ni beberlo, de la noche a la mañana se encuentra viviendo en una especie de okupa y compartiendo cama con dos chicas de este estilo.
Y esto es un poco todo lo que querÃa contar. Alguna vez he llegado a pensar si, a partir de esta especie de inquietud, podÃa escribirse algún tipo de novela o ensayo o algo, o incluso rodar algo experimental, pero nunca he terminado de dar con el hilo, con algo que le dé un sentido a todo. Y esa también es una de las razones por la que pongo esto aquÃ. Quien sabe si, a partir de esto, a alguno le apetece hablar de ello o de un tema que pueda tener relación, de la atracción en general, de las estéticas, de cualquier cosa, y llegamos a algo nuevo. Soy partidario de aventurarme y esperar sorpresas, no sé que escritor decÃa que cuando empezaba a escribir algo no tenÃa claro como iba a terminar siendo. Sin más, espero que mi parrafada no ofenda ni moleste a nadie. Gracias.
Si os lo habéis leÃdo entero mi más sinceras felicitaciones de hasta dónde podéis llegar por no trabajar.