Posiblemente lo más interesante de Lady Gaga sean sus fans, autodenominados Little Monsters. Ellos se convierten en sujetos activistas que a través de sus apariciones y de sus performactividades entran en conflicto con el medio en el que se mueven, movilizando afectos, diferencias y políticas diversas. Los fans se convierten no en espectadores pasivos, sino en agentes emancipados que disponen de la estrella muchas veces trascendiendo sus políticas y sus planteamientos.
¿Algún caso que sirva para ilustrar esto?
No hay más que ver las apariciones de algunos Little Monsters radicados en España, que hicieron una flash mob con sus vestidos habituales (hombres vestidos con corpiños, enseñando los pechos, maquillados, con plataformas) en las inmediaciones de la Catedral de la Almudena de Madrid hace un par de años. Hicieron algo que la propia Lady Gaga no hizo: actuar en un escenario tan inesperado, tan excluyente en la representación de lo diferente, que su presencia se convirtió en un proceso activista inmediato (aunque esta no fuese la intención primera de los fans, sino rendir un homenaje y pedir que diera más conciertos).