Yo una vez desplumé al canario que teníamos en casa. Coitadinho... Pero por lo demás era pura beatitud.
En la postadolescencia me dio por teñirme el pelo de colores, pero rebeldía de broncazas y portazos, ninguna.
Mi primer pedo fue a los 17 en el viaje de fin de curso a Italia. Asín de güeno era yo.