He tenido un día de mierda en el curro. Desde que han entrado a las 5 los niños no han parado de quejarse por todo, pasando de cualquier cosa que les dijera, faltas de respeto entre ellos, etc. He terminado llorando como una gilipollas en el baño de impotencia. Y cómo siempre que lloro se me pone la nariz y las cejas rojas, pues cantaba un huevo que había llorado. Pero bueno, ya está. Mañana será otro día.