Ota Benga, estaba preso entre dos mundos, sin poder regresar a África y visto principalmente como una curiosidad en los Estados Unidos. El 20 de marzo de 1916 a la edad de 32 años, prendió un fuego ritual, arrancó las coronas que le habían implantado en los dientes, bailó una danza tradicional y disparó a su corazón con una pistola que había robado. En su certificado de defunción aparece como Ota Bingo.
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