"Qué hermosa está la mañana Leo,
la luz del sol centellea,
las flores dan sus perfumes,
sus rumores la arboleda.
De rama en rama cantando sin cesar revolotean
los alegres pajarillos
cuyos trinos me embelesan.
Se escucha el tierno balido
de los rebaños de ovejas
que como copos de nieve se destacan en la hierba.
Aquí se eleva una choza que es de pastores vivienda
allá una casita blanca
más blanca que la azucena.
Más adelante, un cortijo;
junto al cortijo, una huerta;
junto a la huerta, una casa;
junto a la casa, la iglesia.
Lleno de encinas está el monte,
rica de frutas la vega,
el río con muchos árboles,
¿no lo sabéis?, es mi aldea".