Mi compañero de piso era un antiguo amigo del equipo de balonmano y estaba preocupado porque quería hacerle unos bocadillos a unos vecinos a los que molestábamos con nuestras juergas nocturnas. Entonces su tío, entrenador durante una temporada del equipo, nos trajo una barra de mortadela siciliana. Cuando estábamos haciendo los bocadillos, llamó a la puerta el vecino al que torturábamos. Entró a casa con intenciones de ser mi amigo, pero con una cara de loco y unos comentarios que daban puto miedo. Conseguimos echarlo, y mientras mi compi se fue a repartir los bocadillos, yo empecé a liarme con la persona a la que siempre recurre mi cabeza para los sueños cochinos. Total, acabamos follando de risas, pero yo estaba preocupada por si venía el loco y no conseguía llegar. Me levanté horny y cabreada a la vez. Así no hay quien curre.