Uh, calla. Prefiero que el cuerpo me diga lo que le pasa.
En "El hombre que confundió su mujer con un sombrero", de Oliver Sacks, se describe el caso de una mujer que, tras un accidente hípico, se queda sin el sexto sentido que todos tenemos: la propiocepción. Es la propia percepción de la posición de nuestro cuerpo, cómo sabemos, sin mirar, si tenemos las rodillas dobladas, o la posición de nuestros brazos o cuello, por ejemplo. Pues bien, la mujer tenía que estar continuamente mirándose a sí misma para saber sobre su cuerpo, puesto que este no le daba esa información. El autor, en una visita que hace a su paciente, describe los movimientos de esta como los de "una actriz interpretando un papel".