Ay, pobre, qué tierna, me ha recordado a un trauma que tenía mi madre, tenía un diario también y hablaba de un niño que le gustaba, "el Ocaña", y mi abuelo se lo leyó y le pegó una foto de un hombre lobo con lobitos y le puso de título "el Ocaña y los ocañitos". Mi madre destrozó el diario y lo tiró por ahí. Y lo de las bragas no me extrañaría porque por lo que me contó ella al principio también se deshacía de ellas chungamente.