Yo sigo creyendo con fervor que si La oreja de Van Gogh, con sus tres primeros discos, hubiesen puesto una grabadora en la habitación de al lado del estudio, hubiesen descompensado un poco el volumen de los instrumentos y no hubiesen editado en Sony, ahora mismo serían más iconos que Mecano. Pero no. Este país es así. Y si encima la cosa le da dinero al que la hace, el odio es mayor.