Como experiencia personal, la primera salida del armario mÃa fue para mà mismo. Y realmente fue encontrar la palabra que definÃa mis gustos. Hasta entonces, todas las canciones, todos los poemas, todas las historias narradas, todas las pelÃculas, todos los gestos de afecto, todas las parejas, eran heterosexuales. Crecà sin sexualidad, o mejor dicho, sin saber dónde estaba.
Miento, pensándolo mejor, lo que hacÃa era negármelo. Recuerdo de niño el aprender a hacer punto a escondidas, con lana robada y un par de bolis bic, porque eso no era de chicos. O hacer vestidos de papel a la Nancy de mi hermana, también cuando nadie me veÃa. Eran cosas inapropiadas. No me planteé hasta bien tarde quién era yo.
Muchas veces lo he pensado: me robaron mi niñez y adolescencia, o al menos, una parte, porque me obligaron a esconderme de mà mismo. Nadie me guió hacia quien yo era/soy.