En cierta manera, nos hemos acomodado un poco pensando que todo estaba ganado y que no podía involucionar (¡Ja!). Pero resulta que, lentamente, los que nos hacen la puñeta han ido adaptando el discurso. No digo los que te abren la cabeza de una patada, sino sus apoyos ideológicos, políticos y espirituales. Ahora no tenemos un contradiscurso que los descubra como la teoría queer de los 90. Sí, por supuesto que es fascismo, del de diccionario, pero ya han conseguido quitarle toda la carga al término (mirad a Almeida y a IDA), han imitado lo que hicimos hace 30 años soltando maricón hasta en la sopa. El colectivo necesita nuevas armas para desenmascarar y reírse de nuestros enemigos (eh, tú, mariquita de derechas ¿Te crees que no los tienes? Estás señalada desde que naciste, así que no te hagas la Maroto. Ni ella se salva) y que sean capaces de calar en la sociedad con más efecto y rapidez que el discurso anti- .