Entrevista a Camille Paglia; http://www.revistavanityfair.es/celebrities/articulos/entrevista-camille-paglia-admiro-profundamente-a-pedro-almodovar/26006
En uno de tus artículos más controvertidos, “La violación y la guerra de sexos moderna”, escribiste que “cada mujer debe responsabilizarse de su sexualidad, que es la llama roja de la naturaleza. Debe ser prudente y cautelosa acerca de dónde y con quién va (…) Una chica que se emborracha hasta perder el conocimiento en la fiesta de una fraternidad es una boba. Las feministas llaman a esto culpar a la víctima. Yo lo llamo sentido común”. Esto me recuerda a lo que pasa en San Fermín, donde algunas mujeres se quitan la camiseta y son manoseadas por los hombres. “Una mujer tiene derecho de enseñar su cuerpo”, dijo una activista feminista el verano pasado. “Muchos hombres van por la calle sin camiseta y ninguna mujer se avalanza sobre ellos para tocarles”.
"Esa extraña e histérica ingenuidad, bastante rara aún en Estados Unidos, parece predominar entre las feministas europeas, rusas y canadienses, que curiosamente se quitan la ropa en lugares públicos (como sucede también en la “SlutWalk” canadiense) y luego condenan a los hombres por mostrar un interés sexual en su provocador despliegue. Por supuesto no hay ningún paralelismo entre el pecho plano de un hombre adulto y el de una mujer, cuyos pechos, parecidos a frutas, siguen siendo el símbolo definitivo de la naturaleza procreadora.
Las distintas culturas tienen a una estética diferente del pecho femenino: en Japón, por ejemplo, los senos no están fetichizados, sino atados y escondidos bajo el ornamentado kimono de la geisha. Sin embargo, la mayoría de las sociedades perciben y valoran la incomparable y proporcionada belleza de los pechos femeninos, cuya perfección formal es dolorosamente efímera, enseguida degenerada por el proceso natural de la lactancia. El pecho masculino ha sido erotizado principalmente por los hombres gays, como demuestran los dibujos pornográficos de Tom de Finlandia o la estatua de Juliano de Medici que esculpió Miguel Angel.
Es perfectamente racional que las feministas pidan libertad para desnudarse, pero caen en el ridículo al creer que el desnudo femenino será alguna vez apropiado o seguro en una fiesta llena de hombres borrachos. Es la clase de pensamiento infantil y neurótico que ha entorpecido otras metas del feminismo mucho más sustanciales. "