Despertome los ecos de una rave.
Más allá de sentirme molesta por arrancarme del sueño, sentí una imperiosa necesidad de ponerme los pantalones y unirme a tal osadía en barrio octogenario.
Ya salen los vecinos a quejarse y he de suponer que la policía está de camino. No tienen nada mejor que hacer, y si pillaran drogas en tal evento, algo más que probable, ya estarían servidos para sus usos personales.
Pura envidia. Quiero reif.