Me enseña fotos que tiene de él mismo en el móvil, enseñando cacha. Ha ido al gimnasio y se le nota. "Toca, toca, verás que duro estoy", y me lleva la mano al muslo o al pecho. Me acaricia la barriga. "No me enciendas, que sé que tienes novio y dices que no buscas ligar", le advierto. Me bloquea entre la pared y los pectorales, acercando la cara a distancia de beso de la mía.
Cuando caigo tras un par de horas de presión y hago el amago de acercarme a besarle, me hace la cobra: "No, tío, que tengo novio".