Todo genial hasta que el tío se va a correr. Estaba yo guarrete y seguí para que acabara en mi boca, aunque luego dignamente fui a escupirlo. Cuando vuelvo, el tío no me quería ni mirar. Decía que nunca había acabado en la boca de nadie ni nadie en la suya (y había tenido una relación de 5 años). Le daba vergüenza mirarme a la cara y no podía apenas hablar. Me tomó por putón o algo así. Yo me quedé frustrado, pero lo de este chico, no sé, no lo veo normal.