Pues es de lo que habla el artículo de El Pais que he puesto. De la generación de ídolos de los que descubrimos después que son personas, no arcángeles, y que a la mínima que nos damos cuenta, a la hoguera.
También habría que hablar de los que una vez muertos se les pone la etiqueta de ser paradigma y ejemplo a seguir, porque ya no pueden cagarla y podemos dibujar al personaje a nuestro gusto. Cuando siempre fueron humanos y por lo general, una mierda, como lo somos todos.