El otro día hablando con unos amigos discutíamos (todo muy basado en conversaciones de barra de bar y no en datos ni informes) sobre si eso de que las bollers estén locas es efectivamente leyenda urbana o no. Yo las que conozco están bastante bien centraditas, pero parece que son bastante la excepción, por lo que me iban contando.
Llegamos a la conclusión de que viven su afectividad de una manera radicalmente opuesta al marica estándar. Lo cual no es bueno ni malo, supongo, pero sí marca muchas diferencias.