Bibiana un día se quedará con la cabeza apoyada en la mano con el codo apoyado en el muslo cruzado sobre el otro muslo, mirando al que habla, muerta. Pero se darán cuenta a los diez minutos porque no ha emitido sonidos en ese tiempo.
Alaska mandará a una de las Nancys a la casa de Bibiana a recoger la bisutería de plástico bueno que le prestó, no sea que se pierda en el trasiego del entierro.