Un año en principio completamente tranquilo, concentrado en estudiar, meses sin tener sexo, sin conocer a nadie... Y de repente, a final de verano, conocer a una persona con la que puedo hablar de trigonometría, de dudas lingüísticas, de canciones petardas, religión, política, viajes, sexo... de absolutamente todo.
Que por primera vez en la vida ha hecho que no me sienta un bicho raro solitario y que hay alguien parecido a mí ahí fuera.
BENDITO 2013.