Pero qué advenediza, si le dieron la bienvenida con una boda que costó decenas de millones de euros, con el futuro rey de Inglaterra llevandola del brazo al altar y con una diadema histórica que le prestó la abuela. Lo que ella pensaba es que todo eso no iba a tener contrapartida, o que iba a llenar Buckingham de velitas con olor a lavanda, los banquetes reales con tostadas con aguacates o que la reina se iba a poner a hacer mindfulness o whatever meditacion sea el último grito en California. Cuando le han dicho que nada de eso iba a pasar, y que ser royal allí, es que te pagan casa y mantel, pero tienes que estar con la boca cerrada inaugurando polideportivos bajo una lluvia constante, pues ha dicho que bye bye, que es todo muy duro.