Es como el extremo del pobreterío, pero yo ceno muchas veces con mis amigos ramen de los chinos del subterráneo de Plaza España (de este que te hacen allí con agua caliente en el mismo envase), y me sabe a gloria.
(De más categoría pues del Oishii, que está en la calle que sale de Callao hasta Luna, me han hablado muy bien).