Yo creo que eso está más que asumido. Su gracia es ser la nada y nadie discute que, en sí misma y sin ropa o accesorios, tiene el carisma de un pantufla. La cosa es si se compra o no se compra esa voluntad del exceso por el exceso, el brillibrilli elevado a la enésima potencia y la apoteosis de lo superficial, lo fake y lo hiperfemenino como construcción de una celebrity. A mi ese discurso personalmente no me interpela, pero se ha convertido en el máximo exponente del signo de los tiempos, y eso es innegable.