Sí, cuando llegué a Barcelona empecé a perder como un loco. Los 10 primeros los perdí entre septiembre y diciembre del año pasado. Se me juntó el estrés (que a mí me quita el hambre) de piso nuevo, curro nuevo, con el no parar de salir y hacer cosas, y el tema de no comer pasta, arroz, pan, ni patatas. La verdad es que llevaba un ritmo bastante desordenado de sueño y comidas.
Luego ya seguí perdiendo, pero desde hace unos meses estoy ya estabilizado entre los 68-70.