¿Cuánto tiempo tengo que descansar?
Como regla general: si se trata de enfermedades poco graves como un resfriado leve o secreción nasal puedes volver a hacer ejercicio en cuanto hayan desaparecido todos los síntomas (no cuando ya te encuentres bien sino cuando ya no quede ningún resto de ellos).
Si se trata de enfermedades que producen fiebre o de infecciones que requieren el uso de antibióticos, el periodo de reposo va más allá de la fase aguda, pues el riesgo de una infección bacteriana o viral del músculo del corazón aumenta con ellas. Incluso aunque ya vuelvas a estar en forma y ya no notes los síntomas. En la mayoría de los casos la enfermedad dura más de lo que hacen ver los síntomas, sobre todo cuando se toman medicamentos que los alivian. El sistema inmunitario aún se encuentra débil y necesita tiempo para recuperarse por completo.
Esto se aplica en especial al uso de antibióticos, ya que no distinguen entre bacterias dañinas y beneficiosas y debilitan todavía más el cuerpo. Es recomendable esperar al menos el mismo tiempo que se ha estado tomando medicación. Es decir, si has estado tomando antibióticos durante seis días, tienes que esperar un mínimo de seis días más para volver a hacer ejercicio (incluso mejor si le añades otros dos días). Las defensas del cuerpo tiene que recuperarse de la infección, y también del efecto de los antibióticos.
Ocurre algo parecido con la fiebre: el aumento de la temperatura corporal es una medida extrema del sistema inmunitario. El volver a tener una temperatura normal no implica que la enfermedad se haya acabado, sino que lo peor ha pasado. La lucha contra los gérmenes continúa a toda velocidad así que, en general, deberías dejar de entrenar al menos otra semana después del último día de fiebre.
No obstante, recuerda que la regla principal es consultar primero a tu médico cuánto tiempo debes descansar. Él es el único que puede determinar el periodo apropiado para ti.
Lo bueno: ¡a largo plazo estarás más sano!
Así como para un atleta enfermo el entrenamiento puede ser peligroso, para uno sano puede resultar muy propicio. La actividad física se ha considerado la mejor profilaxis contra las enfermedades durante mucho tiempo. Ya sean crónicas o agudas. El entrenamiento de alta intensidad estimula el sistema inmunitario, el crecimiento de las células, la circulación sanguínea y ayuda al cuerpo a lidiar con la hormona del estrés, el cortisol, que es un factor importante, pues el estrés es una de las causas más comunes de enfermedades.
Aquellos que no podéis esperar hasta que pase este tiempo, debéis saber que un cuerpo debilitado casi no reacciona a los estímulos del entrenamiento. Así que tómate en serio el reposo, aumenta la carga de trabajo y la intensidad después poco a poco y con moderación y, tras unos días de aclimatación, puedes volver a ir a todo gas de nuevo.
Utiliza el descanso para prepararte mentalmente para tu vuelta a entrenar. ¿Qué puedes hacer mejor? ¿Dónde están tus puntos fuertes y débiles? Infórmate sobre la estructura y las características de tu cuerpo en, por ejemplo, nuestro Centro de conocimiento, para entrenar con mayor eficacia.