A estas alturas, acepto, aunque no entiendo, que haya gente que se ofenda y monte pataleta por cualquier chorrada. Creo que es más sano curarse de espantos, no dejar que cualquiera que diga nada, sea con la intención que sea, te afecte. Poder distinguir intenciones y contextos, y calibrar con serenidad. Pero aún así, admito que nadie es perfecto y perfectamente sereno, y puede molestarse. No es lo ideal, pero es lo que hay.
Ahora: siempre habrá gente que te quiera molestar. Podremos elevar la espada de lo incorrecto y pedir cuentas las veces que queramos, que siempre habrá alguien que venga a tocarte los cojines. A la larga es más productivo fortalecerse uno que andar quejándose. Sí señalar que algo sobra, pero también y sobre todo, que en realidad eso ya no nos afecta.