https://www.facebook.com/juansotoivars/posts/10154862654617833
Juan Soto Ivars
18 horas ·
Un montón de amigos rebotan un mismo argumento por las redes: igual que el torero Fandiño sale en toda la prensa y los Reyes escriben a su familia tendría que pasar cuando se mata en la obra un albañil o cualquier otro trabajador. Es un argumento curioso, la verdad.
El trabajo del torero es plantarse delante de un bicho mortífero que lucha por su vida. Es como el trabajo de soldado. Trabajos en los que te juegas la vida. Aparte de lo que a uno le parezca la tauromaquia o el ejército, desde el punto de vista de la seguridad laboral son la cosa más condenable del universo.
Por eso me incomoda equiparar la muerte del currante a la de un torero. Los obreros nunca deberían morir en el tajo. Jugarse la vida en la obra me parece propio del Tercer Mundo o el siglo XIX.
El torero y el militar y el policía muertos en tarde de faena salen en la prensa porque sus trabajos son esquivar a la muerte, en forma de bala, de cuchillada o de cuerno. Sus familias saben que se juegan la vida. El albañil, el fresador, el camionero... Esos currantes sólo pueden morir por accidente o por imprudencia.
El torero o el militar fallecidos merecen homenaje porque llevan la muerte en su trabajo. El obrero muerto merece que se investigue a fondo qué cojones ha fallado en la mina o en la obra para que pase lo que JAMÁS debería de pasar. Homenaje ninguno: justicia.